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jueves, 20 de noviembre de 2014

Querida abuela (VI)

Querida abuela,

A veces creo que estoy al borde del pozo. Hace tres años, cuando te fuiste, los días se convirtieron en una sucesión de noches eternas. No salía el sol. Lo único que recuerdo de esa época es que a mí me dio por escribir mucho y estudiar poco.

No sé si fue una sabia elección. Ni siquiera sé si fue una elección racional. Son circunstancias que aparecen sin más y hasta muchos meses más tarde no supe renacer.

La vida nos había dado un tortazo muy fuerte a todos y aunque al principio nos quedamos atontados y sin saber muy bien qué hacer con tu ausencia, al cabo de un tiempo supimos levantarnos para aprender de nuevo a vivir. Para aferrarnos de nuevo a este torbellino de emociones que muchas veces es la vida.

Hoy no sé si estoy triste o feliz. Está sonando música en el salón, música antigua, de una época en la que tú aún andabas en este mundo, más joven que nunca. Más allá de la ventana del salón el frío de noviembre corta el aliento. Todos los días te echo de menos. Aún así el sol ha vuelto a salir e ilumina muchos de mis días.

No me quiero caer por el pozo otra vez, así que me voy a dar la vuelta con cuidado y voy a seguir andando.

Te quiere,
Paula.

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