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sábado, 21 de julio de 2012

Manifestación 19J


Pequeño reportaje fotográfico de la manifestación en Madrid del 19 de julio (19J)


















P.

miércoles, 18 de julio de 2012

¿Utopía?

19 de julio del 2012. Una revolución parece estar fraguándose. Hablando y hablando por tuenti, un amigo y yo llegamos a esto:
- Paula, huyamos de este país materialista y explotador. ¡Creemos otro! Montaremos escuelas y enseñaremos que no hace falta un mandamás para tomar un referente un país libre y autosuficiente. ¡Anarquía!
- Utopía, Mario, utopía. Eso no funcionaría. No está mal tener un gobierno, pero uno de verdad. De gente que no mienta, que no robe, que cuente con nosotros. De gente que someta las cosas a votación, que no se crea que por que le hayan elegido unos cuantos, tengan el derecho y poder de joder al resto.
- Paula... grande. Me pongo de rodillas.
- Hombre, no ha sido para tanto.....
Y así la conversación se perdió entre temas más sutiles, ligeros, temas que no nos pesaran en la mente, ni que nos hicieran temer por nuestro futuro, pero aún así Mario y yo dedicamos unos minutos de nuestro tiempo de adolescentes, perteneciente a esta generación a la que tanto han criticado, a hablar de política. Algo inpensable hace tan solo unos años.
No sé cuánto tardará en estallar esto, pero lo hará. Sólo cabe esperar que entonces sepamos separar ideologías de valores morales y empezar a construir, tal vez de cero, un mundo un poco más justo, igualitario y que dure. Al menos hasta que vengan otros, con una bandera diferente, y la historia se encarge de borrar nuestras huellas de las páginas del tiempo.
P.

lunes, 16 de julio de 2012

Comienzo.

16 de enero del 2012.

He visto los edificios más altos al lado de las miradas más pobres. He conducido por carreteras donde el único sonido era el gemir del viento. He mirado cara a cara a la muerte y he visto llorar a las personas más fuertes. Me he tirado hasta las tantas de la madrugada escuchando hablar a periodistas que sabían secretos que nadie debería saber. Durante quince años todos los días he visto el telediario de las tres. Eso son 5475 telediarios. Muchas noticias, algunas malas, otras buenas. He pisado nueve países, cada cual mas distinto. Tres continentes. Hablo 2 idiomas. He respirado el aire más húmedo y el más seco. He rozado con las puntas de mis dedos maravillas como el muro de Berlín o La Muralla China. He visto Nueva York desde su punto más alto. Debo de haber leído más diez veces mi libro favorito, sólo para tratar de entender porqué me gustó tanto la primera vez. Tengo amigos en siete países diferentes. Sé que un año de estos escalaré la tercera montaña más alta del mundo. He escuchado las anécdotas más divertidas e inverosímiles de los que más saben; los viejos. Le guardo los secretos a la gente y soy la mejor amiga de los gatos callejeros. Llevo diez años estudiando y sigo sin entender las matemáticas, pero hay cosas sin las que no podría vivir. ¿Un ejemplo? La biología. Los libros, las palabras y mis profesores. Guardo en un cajón de mi mente cien secretos y más de mil mentiras. Un día de estos me escaparé de casa, iré a mi sitio favorito en el mundo; Madrid, y volveré cabizbaja y arrepentida, cómo la gente que se escapa y no se da cuenta de que todo lo que necesita lo tiene delante de sus narices, pero hay que saber encontrarlo.

Todo esto se me ocurría un lunes lluvioso, justo al salir del instituto, cuando volvía andando a casa.  Un 16 de enero de un año que se asomaba a los límites del tiempo con ojos fríos y malas intenciones. Un año en el que el sufrimiento estaba garantizado. Un año que casi no había empezado y al que todos teníamos miedo. Aún así, y a pesar de lo grande que te parece el mundo cuando tienes quince años, un día todo cambia. Tu mundo se altera. Aquel día me miré al espejo, y comprendí que llega un día en el que ves tu reflejo y, te guste o no en quién te has convertido, ya es demasiado tarde, porque has crecido y no hay nada que puedas hacer. Eres quién eres, tus pensamientos y tus ideas ya han tomado forma. Descubres que tienes voz, y que algún día, tarde o temprano, tendrás que utilizarla. Ese es el día en el que empiezas a dejar de esperar a que llegue el momento oportuno y sales a la calle, a pesar del mal tiempo, para empezar a vivir.

Aún así, a pesar de las ganas que te entran cuando empieza el año nuevo de dejar tu huella en este cochino mundo, aquella traicionera amiga que es la vida, y que sólo te abandona cuando le pasa el relevo a la muerte, estaba jugando una partida de póker en la que las fichas eran pedacitos de mi propia suerte. El invierno del año anterior se tradujo en malas notas, manifestaciones y en la confusión en la que te dejan sumido tus sueños cuando se alejan. Y esa confusión, poco a poco, se transforma en inseguridad, hasta que acabas convirtiéndote en algo parecido a una mariposa. Porque las mariposas no pueden verse las alas. No pueden ver su propia belleza mientras que el resto del mundo podemos admirarlas tranquilamente. A veces, las personas somos como las mariposas. No podemos vernos a nosotros mismo con claridad.

P.

sábado, 14 de julio de 2012

Música callejera

Caminaba yo por la Plaza de Oriente mientras la noche amenazaba con cubrir Madrid bajo su cielo estrellado cuando me encontré de repente con un corrito de personas que, sentadas en el suelo, se habían congregado en medio de la calle para escuchar tocar a un arpista. El músico en cuestión tenía el pelo largo, vestía de negro y deslizaba sus dedos por el arpa como si esta fuese una amiga de confianza. Había rodeado el instrumento con un círculo de rosas secas que relucían a la luz de la farola con su rojo pasión y en ese momento tocaba “The heart asks pleasure first” de la película ‘El Piano’. Aquí va una foto del músico, cuyo nombre, como me enteré unos días después, es Víctor Santal.


Atentos, quizás algún día nos encontremos con algún disco suyo vendiéndose, ¿quién sabe?
P.

viernes, 13 de julio de 2012

jueves, 12 de julio de 2012

Tiempo de reflexiones, y reflexiones sobre el tiempo.

Digan lo que digan, la vida pasa rápido. Llega un día en el que miras hacia atrás y de repente te das cuenta de que el tiempo que ha pasado se te ha escapado entre los dedos, y tú no has podido hacer nada para evitarlo. Dieciséis años pueden ser muchos, o pocos, según desde la perspectiva en que se mire. Dieciséis años son muy pocos si nos atrevemos a otear un poco más allá de nuestras narices y, apartando la niebla del futuro, echar un vistazo a los años que nos quedan por vivir. Por otro lado, dieciséis años son muchos si, mirando hacia atrás, somos capaces de rememorar esos momentos vividos, que, guardados en cajas de recuerdos y álbumes de fotos, lo único que hacen es coger polvo en las estanterías de nuestras casas.

A veces, en tardes melancólicas en las que estudiar no apetece y el sol se escurre con una sonrisa burlona cielo abajo, se nos ocurre desempolvar y sacar de los cajones las antiguas fotos de los años a los que ya nunca podremos regresar. Son fotos de sonrisas, sin morritos ni maquillaje, sin libros de física ni problemas de Mendel, sin preocupaciones ni desengaños amorosos, tan solo fantasmas de lo que fuimos un día, memorias de viejos amigos, dedicatorias plagadas de faltas de ortografía, antiguas notas de profesores, letras de canciones, y alguna que otra carta de amor infantil. Mirando viejas fotos te miras a los ojos y te preguntas a ti misma quién era esa niña de mechones rubios y ojos castaños, que agarrada de la mano de su mejor amiga andaba a trompicones por el patio del colegio, explotando hormigueros y viendo como los graciosos y pequeños animalillos trepaban por las espaldas de la gente, que se retorcía con espasmos al sentir el cosquilleo de decenas de bichitos subiéndoles hacia el cuello de la camisa.
P.
Más ejemplares de "Melanargia Lachesis", revoloteando entre flores de lavanda.
Hace unos días, paseando por El Arboreto Luis Ceballos, en El Escorial. (Melanargia Lachesis)